Nelson Mandela tenía claro que de no haber pasado 27 años encerrado en prisión, su papel en la liberación de Sudáfrica del apartheid no habría sido posible.
"Es posible que si no hubiera ido a la cárcel y no hubiera podido leer y escuchar las historias de tantas personas… quizás no hubiera aprendido estas cosas", dijo Mandela sobre su experiencia de casi tres décadas en la cárcel.
Su desafío al gobierno de la minoría blanca y su largo encarcelamiento por luchar contra el racismo llamaron la atención del mundo sobre el apartheid en Sudáfrica, la segregación racial legalizada que impuso el gobierno hasta la década de 1990.
Mientras su país lidiaba con las heridas de la segregación, Mandela se convirtió en la conciencia de Sudáfrica. Fue conocido por muchos como el "prisionero político más famoso del mundo" y la "Gran esperanza negra de Sudáfrica" por su batalla por la libertad y contra la opresión racial.
El 11 de febrero de 1990, Mandela por fin caminó fuera de la cárcel como un hombre libre. Y su mensaje, tras esas largas décadas de encarcelamiento, fue de reconciliación no de venganza.
"Mientras salía por la puerta hacia la puerta que me conduciría a mi libertad, supe que si no dejaba atrás mi amargura y mi odio, todavía estaría en prisión", dijo Mandela después de ser liberado.
El líder inspiró al mundo tras negociar un final pacífico a la segregación racial e instar a perdonar al gobierno blanco que lo encarceló. Sus acciones y lucha también lo llevaron a recibir el Premio Nobel de la Paz en 1993, junto a Frederik Willem de Klerk. Y el 10 de mayo de 1994, tomó posesión como el primer presidente negro de una Sudáfrica democrática. Se consolidó como el símbolo sudafricano de la lucha contra la opresión racial.
Sin embargo, Mandela, junto al Congreso Nacional Africano, no siempre fue visto con buenos ojos por muchos países de la comunidad internacional. Hasta 2008 estuvo en la lista de terror de Estados Unidos por su militancia contra el régimen del apartheid.
También hay detalles reveladores del carácter de Mandela en las muchas autobiografías que se han escrito él: tenía una terquedad inamovible. Una sonrisa fácil y rápida. Un ceño fruncido aún más rápido cuando se le abordaba con una discusión de la que no quería formar parte.
"Era una figura paterna, un anciano estadista y un embajador mundial", dijo a CNN Ayo Johnson, director de Viewpoint Africa, que vende contenido sobre el continente a los medios de comunicación.